Hace poco me pedía alguien un post con el título de este. Con un título así no me gustaría que se me viera demasiado el plumero y mis inclinaciones y por ello estoy decidido a tratar de hacer un «combate» justo y que no parezca amañado desde un principio. Lo primero que he de decir es que nada más escribir el titular he tenido que rectificarlo y es que lo correcto sería poner RAW vs. JPEG (Joint Photographic Experts Group) pero la mayoría utiliza JPG y por eso lo he cambiado. A partir de ahí voy a hacer un análisis rápido de cada uno de los formatos.
No me voy a dedicar ni a hablar de la historia ni los detalles de este formato ya que para el que quiera saber más hay miles de artículos al respecto. empezando por la Wikipedia en la que podéis encontrar mucha información al respecto. Simplemente voy a hablados de mi experiencia con el formato JPG y de las muchas ventajas que tiene para según que circunstancias.
Hace años que me dedico al mundo de la comunicación y la imagen (como algunos ya sabéis) Mis primeros trabajos estaban hechos con papel, tintas, óleos, lápices y demás materiales de esos que hoy casi todos ven exclusivamente en el colegio. En aquella época al terminar el trabajo, lo metía en una carpeta y personalmente se lo llevaba al cliente a su oficina. Años después todo ese trabajo se redujo gracias a los ordenadores y los escáneres. Terminaba un trabajo, lo escaseaba, lo guardaba en un disco removible (esto en la wikipedia ni viene en español) y personalmente o con un mensajero lo mandaba al cliente. Pocos años después algunos de mis clientes instalaron un MODEM en sus oficinas. Aquello fue la revolución. Podía mandar un fichero por teléfono. El único problema es que el formato que utilizábamos en aquel momento (TIFF) generaba documentos de mucho peso y para aquellas comunicaciones podía ser eterno. En cualquier caso, una llamada por anoche de 2 horas era mucho más barata que un mensajero y además permitía enviar los ficheros nada más terminarlos. A base de ajustar la resolución de los escaneados a límites que hoy nadie aceptaría conseguíamos apañarnos.
Y entonces apareció él
Un joven y nuevo formato que permitía comprimir de forma sorprendente los ficheros. Eso sí, a costa de algo de perdida de calidad. Sin embargo esa pérdida no era ni mucho menos equiparable a la que sufríamos cuando enviábamos los ficheros a resoluciones mucho menores de lo que debíamos. Además, siempre teníamos la posibilidad de comprimir menos el fichero y la pérdida de calidad era mínima. Durante mucho tiempo fue el rey indiscutible de los envíos de imágenes.
De pronto lo tuvimos crudo
Algunos años después y con la aparición de la fotografía digital, algunos modelos de cámara comenzados a incorporar el formato RAW. Y se convirtió en el formato profesional por excelencia. De hecho en un principio era lo que diferenciaba las cámaras «buenas» de las «malas». Lo que distinguía a los «profesionales» del resto. Y es que en aquella época, un procesador capaz de gestionar toda la información que un fichero RAW contenía estaba al alcance de unos pocos.
Poco a poco fue cambiando la cosa y la evolución de la tecnología provocó que hoy en día casi cualquier cámara pueda capturar ficheros en este formato y cualquier ordenador actual pueda trabajar con ellos. No es extraño que una cámara que compremos hoy en día nos ofrezca la posibilidad de trabajar en RAW, en JPEG o RAW+JPEG. Y es precisamente por eso por lo que merece la pena una reflexión al respecto. Si el RAW fuera la mejor opción para cualquier usuario y en cualquier situación… ¿Seguirían incluyendo la opción de trabajar en JPEG? Lo más lógico es pensar que no y yo así lo pienso.
Trabajar en RAW
El formato RAW se diferencia del JPG en tres cosas principalmente:
- Captura con una mayor cantidad de bits. Toda la información digital (la que manejan las cámaras digitales y los ordenadores) funciona de forma binaria. Es decir, con ceros y unos. Un bit (la mínima unidad de información) puede tener dos valores. 1 y 0. Una imagen de un sólo bit por pixel tendría pixeles blancos y negros. Si dedicamos dos bits por pixel éste podría ser blanco (0,0), gris claro (0,1) gris oscuro (1,0) y negro (1,1). Como vemos, un bit más duplica el numero de posibilidades. Así, un pixel que definamos con 8 bits por canal podrá tener 256 valores distintos para el rojo, 256 para el verde y otros 256 para el azul. En total más de 16 millones de colores distintos. Eso en un JPG. Lo que ocurre es que aunque con esa cantidad de colores podemos definir perfectamente cualquier imagen tal como las vemos en la pantalla (nuestras pantallas suelen funcionar a 24 bits) lo cierto es que si las capturamos a esa profundidad de color, las gamas más cercanas al blanco y al negro perderán detalle. Para eso, el RAW captura con una cantidad mayor de bits permitiendo ganar detalles que de otra forma quedarían perdidos.
- Sin perdida. Para manejar esa cantidad de información existen sistemas de compresión. El formato RAW permite guardar la información sin perdida ninguna mientras que el formato JPG implica un pérdida de calidad por su tipo de compresión. Mayor o menor, pero pérdida de calidad.
- Sin procesar. La tercera característica diferenciadora del formato RAW con respecto al JPG es que se guarda directamente sin procesar. Cuando trabajamos en JPG la cámara procesa la imagen aplicándole unos ajustes de nitidez, temperatura de color y demás valores que dan como resultado la imagen final. En el caso del RAW la imagen se guarda como se captura y el procesado se realiza posteriormente en el ordenador.
Las principales ventajas del formato RAW están directamente relacionadas con estas tres diferencias. Al capturar una mayor información gracias al mayor número de bits destinados a cada pixel, no perderemos detalles de las zonas muy claras o muy oscuras. Comprobar esto es muy sencillo cuando hacemos una foto que está algo sobreexpuesta o subexpuesta. Lo que la pantalla de nuestra cámara nos muestra es una previsualiación a 8 bits. No es recomendable (yo no lo hago nunca) borrar una imagen de nuestra cámara porque tenga una zona aparentemente quemada según la vemos en la pantalla. Casi siempre, esa zona quemada, tiene mucha más información cuando la procesamos en el ordenador.
El hecho de que el formato RAW guarde las imágenes sin perdida nos permite trabajar cada pixel con la información que capturó. Evitando así los artefactos propios de las imágenes comprimidas. En la siguiente imagen vemos un detalle de esos artefactos producidos por el exceso de compresión.
La tercera diferencia es que el RAW no implica procesado sino que se procesa a posteriori en el ordenador. Mediante aplicaciones como Camera RAW, Lightroom o Aperture (o muchas otras) podemos realizar los ajustes que más nos gusten de forma tranquila y sin la urgencia que el momento de tomar la foto puede llegar a imponernos.
Todas estas cosas hacen que la mayoría de usuarios de nivel avanzado y profesional se decidan por el formato RAW siempre o casi siempre. Sin embargo, las cámaras siguen incluyendo la posibilidad de disparar en JPG y eso es por algo.
Trabajar en JPG
Existen muchas ocasiones en que en función de las necesidades o preferencias del usuario, resulta más eficaz trabajar en JPG. Los principales motivos para hacerlo son los siguientes:
Un fichero JPG ocupa muchísimo menos. Una misma foto hecha con una Sony a77 de 24 Mpx ocupa en RAW 24 Mb y en JPG con la máxima calidad sólo 8. Si estamos dispuestos a sacrificar algo más de calidad el peso disminuye mucho. Y esto de por si ya es una ventaja suficiente como para decidirse por el JPG en muchos casos. Cada vez son más las cámaras que incorporan conexión Wi-Fi para poder transferir las imágenes directamente hacia nuestro oreando o dispositivo movil y facilitar así su difusión a través de redes sociales (en el caso de aficionados) o del envío a las redacciones o agencias en el caso de profesionales. Hoy por hoy, hacer esto en RAW es todavía algo pesado.
En cuanto a la pérdida de calidad, es cierto que existe pero cuando es apreciable es cuando la calidad de compresión es excesiva y lo cierto es que con la enorme cantidad de megapixeles que tienen las cámaras de hoy en día, esos artefactos tienen un tamaño inapreciable si no nos pasamos.
En cuanto al procesado también tiene sus ventajas en determinadas circunstancias. la primera de ellas es cuando el fotógrafo es simplemente un aficionado que no tiene ninguna intención de pasar tiempo en casa procesando sus fotos. A veces me sorprendo de la cantidad de aficionados a la fotografía que hay (cada vez más) que sencillamente queden hacer una foto y luego tenerla guardada. Sin más. Su afición por la fotografía sencillamente no es pasión por ella. Para todos ellos, el formato JPG es infinitamente mejor. Eligen una temperatura de color, unos niveles de nitidez o sencillamente un modo predefinido de su cámara y disparan. Y punto. Y es tan respetable como lo otro.
Pero la posibilidad de ajustar esos valores antes de hacer la foto y no posteriormente también puede ser crucial para un profesional que quiera enviar directamente su trabajo a la redacción de un periódico y quiera que ese trabajo ya tenga una temperatura de color correcta, o cambiada a propósito para crear un efecto determinado o por miles de factores que quiere tener bajo control y no dejar a la decisión de los chicos de la redacción. Si queréis ver un ejemplo no teneos más que ver las fotos de un partido de fútbol o de tenis en el mismo instante que termina de jugarse o incluso antes. Para esos casos, el formato JPG puede ser la mejor opción.
El almacenamiento de las imágenes en JPG también puede ser un condicionante aunque hoy en día, el precio de una tarjeta o un disco duro con gran capacidad no debería ser algo que realmente afecte a un usuario de una cámara capaz de trabajar en RAW.
Trabajar en RAW+JPG
Hace poco leí un artículo que venía a decir que trabajar en RAW+JPG aunaba lo peor de ambos formatos. No recuerdo donde era pero en mi opinión es justamente lo contrario. Lo que sucede es que no se trata de la mejor opción para todas las circunstancias sino que es sólo para algunas muy concretas. Si trabajamos en RAW+JPJ tendremos como inconveniente el almacenamiento. Y punto. A partir de ahí tentemos todas las posibilidades del RAW (revelar con tranquilidad, no perder información, capturar un rango dinámico mayor (lo de los tonos claros y los oscuros que he comentado) y al mismo tiempo casi todos los de JPG. Salvo el ahorro de espacio todas las ventajas del formato comprimido también las tenemos si guardamos las imágenes de nuestra cámara en los dos formatos. Podremos enviar a redes sociales o a la redacción o cliente el material según lo tomamos, lo enviaremos con los ajustes de temperatura de color y demás, podremos imprimirlo directamente en las impresoras que reconozcan a nuestra cámara o a sus tarjetas, etc.
Conclusión
Igual que nuestras cámaras tienen unos modos de disparo pensados para un público que los prefiere, también nos ofrecen la posibilidad de trabajar en formatos con compresión y sin ella. Y lo hacen por algo. Porque si con un mismo hardware pueden ofrecer las dos opciones no hacerlo sería sencillamente poco inteligente. Sería renunciar a ofrecer unas posibilidades que con muy poco coste de desarrollo les acercan a mucho más publico. El que usa RAW y el que usa JPG.