El balance de blancos de una cámara es uno de los ajustes más importantes para conseguir la fotografía deseada. Si alguna vez has tenido que tirar una foto porque los colores no solo no se aprecian a los originales sino que convertían la foto en algo feo, no te pierdas las siguientes líneas 😉
¿Por qué el balance de blancos?
Nuestra vista (ayudad por nuestro cerebro) son hasta ahora la mejor máquina de fotos que podrás tener. En concreto en cuanto a la función de corrección de dominantes de color, funcionan de forma realmente asombrosa. Nuestro cerebro está continuamente utilizando la información que le llega de nuestros ojos como si se tratase del mejor ordenador especializado en Big Data. Es decir, no se limita a procesar la imagen que recibe sino que la procesa junto con todos los conocimientos almacenados en muestra memoria para que nos llegue la información más correcta (en lugar de la información real). Igual ha quedado un poco compleja la frase anterior pero una vez explicada es fácil de entender. Todos sabemos de que color es un folio blanco. Su propio nombre lo dice. Si vemos un folio blanco por la mañana o por la tarde, o si lo vemos dentro de una oficina con luz de neon o con cámaras halógenas, el color real que ese blanco refleja varía considerablemente. Sin embargo (haz la prueba) nosotros lo vemos blanco (a no ser que lo veamos en una discoteca con luces de colores, en cuyo caso si lo veremos coloreado). Eso es porque nuestro cerebro ve un folio, que conoce de toda la vida y sabe que es blanco. Y a partir de ahí realiza una corrección automática de los colores que percibe.
El color de la luz
Aunque nuestro cerebro «nos engañe», la realidad es que la luz, en función de muchas variables, puede tener un color (temperatura de color) u otro. Por eso cuando tomamos una fotografía (incluso en soportes químicos) ese color afecta a nuestro resultado. Cuando la fotografía se hacía con carretes y revelados se podía corregir la temperatura de color mediante el uso de filtros o en el revelado químico. Cuando nació la fotografía digital se inventaron métodos más sencillos.
Millones de colores y no son suficientes
El sensor de una cámara funciona guardando información de cada pixel en forma de tres colores: rojo, verde y azul. En función de la cantidad de luz que reciba de cada uno de esos colores, lo guardará como uno color en forma de ceros y unos. El sensor de cualquier cámara que pueda capturar formato RAW es capaz de diferenciar entre billones de colores pero como la pantalla de nuestro ordenador no es capaz de gestionar más que 256 niveles para cada uno de esos tres valores, hay multitud de formatos que trabajan «solo» con 16,7 millones de posibles colores. Y es en esa transformación donde nuestra cámara corrige las dominantes de color en función de los parámetros de balance de blancos que nosotros le demos. Si hacemos una foto con luz de fluorescente, hará una corrección en la que corregirá la dominante verdosa. Si nuestra iluminación es de bombillas tradicionales corregirá el tono amarillo y así con cada una de las opciones que nos ofrece.
Aprovechar para la creatividad
Si utilizas las herramientas de tu cámara sólo como te dice el manual de instrucciones, conseguirás fotografías correctamente expuestas y con el color «ideal». Pero ¿Y si aprovechamos esa capacidad de nuestra cámara no para hacer la corrección lógica sino para conseguir efectos más creativos? Lo primero que te propongo es que esperes a la puesta de sol. Busques un lugar bonito para hacer una foto y bucees en el menú de balance de blancos de tu cámara. Si seleccionas una opción de luz de sol, conseguirás colores más o menos cercanos a los que ves en realidad, pero si pruebas a poner el balance de blancos en la opción «nubes» o «sombra», tu cámara intentará corregir una dominante azulada que se crea en esas situaciones (en la sombra o en los días nubosos) y para ello añadirá amarillos a tu foto. El resultado: una puesta de sol mucho más cálida y «de postal».
Combinando luces
Si utilizas la luz de un flash, también puedes ayudarte de la corrección de color para conseguir tanto resultados realistas como creativos. Imagina una puesta de sol a la que ayudas con un flash. La luz natural es anaranjada mientras que la del flash es blanca. Si utilizas el ajuste de luz de flash, el fondo quedará muy anaranjado mientras que si corriges esos naranjas, lo iluminado quedará muy azulado. Todo esto, combinado con geles de colores para tu flash te abrirá todo un mundo a la hora de combinar luz y corrección de color.